6 de julio de 2007

¿Desestatizar la política?

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Aproximación al tema de la ciudadanía desde la Ciencia Política, y factores que entran en juego. Lo que dice la Constitución Política vigente sobre la ciudadanía. Los derechos y deberes de los ciudadanos.
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Por Fausto Segovia Baus

La ortodoxia considera que la democracia es el conjunto de procedimientos para elegir gobernantes. Esta teoría elitista de la política es cuestionada por la teoría participativa que, sin salirse del enfoque institucional, intenta recuperar la acción política para los ciudadanos, pero dentro del ámbito del Estado y sus instituciones.

Un modelo distinto de concebir la política y hacer política se orienta a desestatizar la política, en el sentido que los asuntos públicos, en esencia, conciernen no solo exclusiva y excluyentemente al Estado, como plantea la teoría tradicional, sino a la sociedad civil.

La opción por la solidaridad

A. Maestre, investigador de renombre, en efecto, siguiendo a Hannah Arendt, visualiza dos grandes corrientes: las democracias liberables que padecen una grave crisis de representatividad, y la sociedad civil, que busca denodadamente espacios que intentan resolver el dilema de los que creen -y hay muchas razones para ello- que la política equivale a corrupción, es decir, a una perversión de lo político.

Si la política es “materialmente de nadie y potencialmente de todos”, en la feliz expresión de Dubiel, está en los sujetos concretos y no en algunas instituciones -virtualmente desacreditadas- la construcción de una democracia posible.

¿Qué hacer entonces para lograr que ese “privatismo apolítico”, esto es, aquel en el que el individuo se refugia en lo privado, sin ningún contacto con lo social ni con lo político, tenga una salida hacia una participación real en las cuestiones que interesan a todos?

La respuesta no es fácil, porque este tipo de individuo -ensimismado y sin proyección histórico-social- está, en cierto modo, favorecido por el sistema que sacraliza el voto (El voto es igual a democracia, no cual es un sofisma, porque el sufragio no pasa de ser para muchos un mero ejercicio formal de elección a cambio de un certificado). Otra razón es que los llamados políticos profesionales nos tratan en época de elecciones como infantes o clientes, donde las demandas de los ciudadanos no aparecen.

La alternativa es, según Maestre, a contrapelo de las tendencias privatistas, proponer la solidaridad como esencia de la democracia, sobre la base de animar la participación efectiva; no la manifestación ni el griterío, sino la generación de propuestas y acciones que ayuden a creer y crear oportunidades para construir un mejor Ecuador.

Cultura política

Pero la solidaridad no basta, según Jesús Martín Barbero: “Tenemos una cultura política trasplantada que se condensó en instituciones formales necesarísimas, pero profundamente ajenas, distanciadas de los modos de ver, de sentir, de decir, de estos países”. Así, los partidos tradicionales no sintonizaron con la cultura política del pueblo y se produjo una especie de simulación, que dio origen a los populismos puramente gestuales, sin contenidos y definitivamente antidemocráticos y antisociales.

El resultado no pudo ser más cruel: la democracia se volvió insignificante, en términos de participación de los bienes sociales. Y el populismo -que sigue vivo- tuvo la ventaja de “conectarse” con la cultura política del pueblo, mientras en la otra orilla, la hegemonía del discurso ortodoxo e intelectual, convirtió a los ciudadanos en audiencias y públicos. En ambos casos la participación ciudadana quedó en el limbo, pero al menos la Carta Magna lo regula.

La ciudadanía en la Constitución del Ecuador

La actual Constitución establece la ciudadanía dentro de un concepto universal, que se rige en el reconocimiento de los derechos humanos, independientemente de la edad, el sexo, la cultura o el color de la piel. La ciudadanía está concebida como una situación jurídica de participación plena en la comunidad, que incluye naturalmente a los niños, niñas y adolescentes.

"Todos los ecuatorianos son ciudadanos - dice la nueva Constitución -, y como tales, gozan de los derechos establecidos en esta Constitución, que se ejercerán en los casos y con los requisitos que determine la ley". Se ha eliminado así el concepto "estrecho" de ciudadanía como mero sinónimo del derecho del sufragio. Hoy la ciudadanía está estrechamente vinculada a la sociedad civil.

El despertar de la sociedad civil

La expresión sociedad civil tiene diversas connotaciones. En lo conceptual es un grupo humano constituido por ciudadanos y ciudadanas, libres e iguales, que participan, asumiendo derechos y obligaciones, en la construcción del bien común. A diferencia de la sociedad armada, la sociedad civil es deliberante y actúa dentro de los espacios regulados por las leyes, en ámbitos del desarrollo humano y social.

La participación ciudadana es entonces una respuesta creativa frente al desgaste de los mecanismos de representación formal, porque intenta una acción directa de representación política sobre la base del reconocimiento de las diversidades políticas y culturales.

Los objetivos serían: lograr ese reconocimiento y buscar nuevas mediaciones y sensibilidades que ayuden a convocar y a aprender; a buscar soluciones antes que a recurrir a la queja, el lamento o la culpabilización; a integrar a todos, sin excluir a nadie, en la búsqueda de cumplir y hacer cumplir los deberes y responsabilidades ciudadanas, antes que el ejercicio de derechos. El presidente Kennedy dijo en un célebre discurso: “No preguntéis qué hace la sociedad por ti; preguntad más bien qué haces tú para mejorar la sociedad y brindar seguridad para todos”. No puede ser más actual este concepto a favor de la causa ciudadana.

Deberes y responsabilidades según la Constitución

La Constitución Política expresa: “Todos los ciudadanos tendrán los siguientes deberes y responsabilidades, sin perjuicio de otros previstos en esta Constitución y la ley”.

1. Acatar y cumplir la Constitución, la ley y las decisiones legítimas de autoridad competente.
2. Defender la integridad territorial del Ecuador.
3. Respetar los derechos humanos y luchar porque no se los conculque.
4. Promover el bien común y anteponer el interés general al interés particular.
5. Respetar la honra ajena.
6. Trabajar con eficiencia.
7. Estudiar y capacitarse.
8. Decir la verdad, cumplir los contratos y mantener la palabra empeñada.
9. Administrar honradamente el patrimonio público.
10. Pagar los tributos establecidos por la ley.
11. Practicar la justicia y solidaridad en el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de bienes y servicios.
12. Propugnar la unidad en la diversidad, y la relación intercultural.
13. Asumir las funciones públicas como un servicio a la colectividad, y rendir cuentas a la sociedad y a la autoridad, conforme a la ley.
14. Denunciar y combatir los actos de corrupción.
15. Colaborar en el mantenimiento de la paz y la seguridad.
16. Preservar el medio ambiente sano y utilizar los recursos naturales de modo sustentable.
17. Participar en la vida política, cívica y comunitaria del país, de manera honesta y transparente.
18. Ejercer la profesión u oficio con sujeción a la ética.
19. Conservar el patrimonio cultural y natural del país, y cuidar y mantener los bienes públicos, tanto los de uso general, como aquellos que le hayan sido expresamente confiados.
20. Ama quilla, ama llulla, ama shua. No ser ocioso, no mentir, no robar.

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